¿Por qué muchas personas creen que el Tarot, así como otras mancias, la magia o el propio ocultismo son malos desde el punto de vista moral o religioso?
Pues, la mayoría lo han recibido como tradición.
Se basan en algunos pasajes de la Biblia. Sobre todo, en Deuteronomio 18:10. Pero, lo cierto es que la frase dónde dice que la magia y la adivinación son pecaminosas, está sacada de contexto y, desde luego, interpretada de forma tendenciosa.
El pasaje que dice:
“No debe haber entre ustedes nadie que queme en el fuego a su hijo o a su hija, nadie que use adivinación, que practique magia, que busque presagios, que sea hechicero, que ponga a otros bajo un maleficio, que consulte a un médium o a un adivino ni nadie que pregunte a los muertos.”
Pero, esta frase esta sacada de un pasaje mayor en el que dice concretamente que, esto debe hacerse para no parecerse a otras “naciones detestables” que la practican. Y añade que, no lo deben hacer porque Yahveh nombrará sus propios Profetas, que serán los que puedan vaticinar en su nombre. Eso sí, aplica la censura y dice que no podrá decir nada que no haya sido autorizado por él.
En resumen:
La preocupación por el futuro de los acontecimientos es tan antigua como la humanidad ya que, somos seres pensantes y, uno de nuestros atributos es la previsión.
Desde todos los tiempos, el ser humano, ha tratado, por medio de la observación y de su intuición de ver signos de lo que puede ocurrir. Combinando la observación de ciertos elementos con las imágenes que la contemplación de estos, su intuición les proporcionaba, ciertas personas, más sensibles, eran capaces de anticiparse a los acontecimientos.
Es evidente, que no son los “objetos” en sí mismos los que proporcionan la información, sino que, por afinidad con esa persona en concreto, les ayudan a mover e interpretar ciertas energías que les producen esa información, en forma de idea o de visiones.
Yahveh, no eliminó ni prohibió completamente esta habilidad, sino que los sustituyó por gente “especializada” por así decirlo.
Nombró sus adivinos autorizados, por así decirlo. Cosa comprensible, desde el punto de vista de que estaba preparando a un Pueblo para ser “el elegido” y no quería que se contaminara con otras ideas.
Como de costumbre, en nuestra Tradición las escrituras se han traducido, manipulado y tergiversado, para adaptarlas a las conveniencias según conviniera en cada caso.
Más allá del mensaje espiritual que cada una de las Tradiciones transmite, está la interpretación de las élites que siempre han utilizado el desconocimiento para manipular a la población.
Así que, en realidad, dejando de lado las creencias religiosas de cada uno, podríamos decir que, lo que no es bueno, desde un punto de vista moral, es utilizar esta capacidad para engañar a la gente. Y, que, desde ese punto de vista, aislar a las personas de esos “adivinos” era una buena forma de protegerlos, contra los buenos y contra los malos. Todos y asunto resuelto.
Pero, nos hayamos en una Sociedad más avanzada, capaz de distinguir, en general, lo que es genuino de lo que no lo es.
Eso mismo, ha dividido a la población en dos bandos. Los que, en aras de la ciencia, piensan que todo esto del ocultismo no son más que tonterías y quienes, una vocecita interior, les dice que es posible.
Lo cierto es que ni la ciencia puede demostrar que sean falsas ni los creyentes pueden demostrar que sea cierto.
Pero, si mezclamos las dos cosas, debemos admitir que es posible.
Esto es que, si, desde el punto de vista de la ciencia, admitimos que no somos sino energía densa y que todo lo que existe es energía, debemos admitir también que esas energías puedan ser detectables e interpretables por ciertas personas entrenadas y sensibles.
Tampoco hay que olvidar que, la propia física cuántica, por ejemplo, propone modelos de multiversos y universos paralelos, así como la posibilidad de poder elegir entre infinitas posibilidades a lo largo de nuestra vida en este mundo.
Si todos somos energía, creando o transformando esa energía con nuestras decisiones, es bastante probable que existan personas que, con el suficiente entrenamiento ya suficiente sensibilidad, sean capaces de interpretar que modelo puede crear el movimiento de la energía que una persona está “controlando o produciendo” en un momento determinado.
El Tarot, las runas, los posos del café o cualquier otra mancia, estarían pues, estimulando la sensibilidad de la persona que las utiliza para descubrir e interpretar las energías que está poniendo en marcha el consultante y poder explicarle las posibilidades o caminos que se le abren ante esos movimientos energéticos.
Esto, en sí mismo, no puede ser bueno ni malo, porque es natural.
Lo que no sería bueno, desde el punto de vista ético, sería que, o bien la persona que interpreta, se estuviera literalmente “inventando” las respuestas porque no posee, en realidad, esa habilidad o, peor, que utilizara esa información para llevar al consultante hacia terrenos o acciones que fueran perjudiciales para él.
En conclusión, el Tarot no puede ser bueno ni malo. La bondad o la maldad, siempre estará en la persona que lo interpreta o en la forma en la que el consultante utilice esta información.
Por cierto, no deja de resultar curioso que todas las personas que han tenido «poder», a lo largo de la historia de la Humanidad, desde Papas a Reyes y, en la actualidad también los políticos, hayan tenido, uno o varios tarotistas en «nómina».