Ayar Cachi apoyó la mano en la roca fría de Capac Toco, la ventana mayor de la cueva. No había sol fuera, solo un resplandor pálido que parecía nacer de la montaña como si la piedra respirara. Allí, en Pacaritambo —la Casa del Amanecer— habían vivido generaciones enteras. En esa oscuridad sagrada nacían los hijos, se contaban los sueños, se guardaban las historias que no debían pronunciarse a plena luz del día.
Durante un tiempo que nadie sabía medir, el Sol respondía. Las cosechas eran abundantes, los nacimientos eran bendición y los guardianes escuchaban el canto de las piedras cada noche. Pero aquello terminó. Algo se quebró en el pacto. El maíz se volvió amargo antes de madurar, los ríos cambiaron de color y las mujeres comenzaron a soñar con montañas que se abrían por dentro.
Los cuatro hermanos —Ayar Manco, Ayar Uchu, Ayar Auca y Ayar Cachi— hablaron en voz baja con las mujeres sabias. Nadie quería pronunciarlo, pero el Sol les estaba dando la espalda. Descendieron la mirada y comprendieron que debían abandonar el lugar donde habían nacido. Tomaron mantos, agua, semillas y recuerdos, y salieron sin mirar atrás.
Dicen que uno de ellos, Ayar Cachi, era demasiado fuerte, demasiado antiguo, demasiado peligroso. Dicen que lo sellaron dentro de la roca para que no destruyera el camino hacia la nueva tierra. Nadie sabe si esa historia es cierta, pero todavía hoy, en ciertas noches, el viento de los Andes parece nombrarlo.
Los que caminaron llegaron algún día a un valle rodeado de montañas y ríos, donde el Sol volvió a responder. Allí levantaron templos, trazaron caminos imposibles y recordaron a sus muertos mirando hacia el amanecer. A ese mundo, siglos después, alguien lo llamaría Imperio del Sol . Pero para quienes escuchan aún el susurro de las piedras, sigue teniendo su nombre verdadero: la tierra de los que salieron de la cueva cuando el Sol guardó silencio.
Aquí comienza el relato que no aparece en los libros escolares.
Aquí se guardan los mitos, los secretos y las historias que sobrevive en la memoria de quienes no olvidan.
Aquí empieza el camino.
En esta página encontrarás los relatos, mitos, memorias y secretos que sobrevivieron en los Andes. Aquí comienza el Imperio del Sol Andino.

